sábado, 3 de diciembre de 2011

Mi compañero: ¿Que nos esta pasando?

No me digas cuándo, ni si quiera por qué, porque jamás se lo pregunté. No le busque dieciseis piernecitas al gato, porque todo esto es más simple de lo que parece, estoy segura. Es simplemente que yo no soy tan astuta.

Nos conocimos un día quinze y ni siquiera te presté atención, no sabía que existías. Creo que te sentastes por detrás, dos filas justo detrás de mi con tus amigos, pero no sé bien si eras tú. Enpezamos a conectar cuando el curso en marcha se puso, te sentastes detrás de mi o yo delante de tí. No sé quien se sentó primero, no lo recuerdo. Empezastes hablarme, supongo que porque yo conocía a tu amigo. Al principio pensé que si os molaba, no dejabais de marearme y me estresábais, incluso a mi amigo Dani se lo conté y nos reiamos juntos. Pero lo más sorprendente fué cuando poco a poco tú me fuistes ganando. Ya no eras un pesado que me mareaba, eras un chico dulce que estaba detrás de mi prestandome atención. Me fuistes gustando y que creí que era mutuo. Que esa conectividad tú también la sentias. Que cuando nos mirabamos ya no hacía falta decir nada, que a veces con una sonrisa te lo he dicho todo, que notabas mis pulsaciones cuando te sentía cerca. Que ellos podían llevar razón y de ahí podría salir algo bonito de los dos. Pero es cierto me equivoque. Si me empezastes a gustar fué porque creía que eras diferente. Siempre busqué alguien honesto, que no perdiera la virginidad con la primera cualquiera. Alguien centrado, con las ideas claras y que fuera lo más parecido a un hombre que se le puede pedir a un adolescente. Alguien con quien poder hablar de lo que fuera, de conversaciones subidas de tono y de como preparar un pastel. Alguien que me hiciera sentir protegida, que no se avergonzara de mi. Que me valorara por mi interior y no solo por lo que se ve a primera vista. Pero es cierto que todas las otras veces me fige en todo lo contrario, en chicos macarras que me hacian solo sentir un buen calentón. Que si tenían corazón a mi no me lo enseñaron. Cometí mucho errores y contigo no quiero cometer otro. Soy de las que lucha hasta el final, pero si tú tienes las ideas claras yo no quiero continuar ahí para estorvar. Puedo aguantar verte con otra, puedo aguantar tus besos con otra. Pero no puedo aguantar tus desprecios cuando no hice nada para merecerlos. Perdón si aparecí en tu vida y no devía, pero yo no lo elegí. Me haces sentir especial, nada me acerca más a la felicidad que cuando tú y yo podemos hablar olvidandonos del que dirán. Sé que no es fácil sobre llevar las situaciones conmigo, soy imperfectamente imperfecta y tengo mucho caracter. No me callo nada y tengo personalidad. Pero que no te asuste, soy fácil de complacer. Sientate a mi lado y abrázame. Te defenderé todas las veces más que haga falta, pero prometeme que no me harás daño, que podemos almenos ser amigos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario